domingo, 10 de julio de 2016

El principio: el "bultito"

Aquí está, el famoso bultito que te descubres un día en el pecho, no te lo crees, te dices que es grasa, que es posible que cuando te has palpado otras veces no lo has hecho bien, te cambias de postura, que si la última mamografía salió bien... mil excusas por una sola razón: el miedo.
Y dejas pasar el tiempo a ver si el "bultito" se va sólo, pero no dejas de vigilarlo, de tocarlo, de pensar, hasta que un día mi pareja me toca y lo descubre: "¿Te has dado cuenta de que tienes aquí un bulto?" Pues sí, ¿cómo no me voy a dar cuenta, ¡pues claro!, pero me he callado como una tonta, por miedo. Gracias a Ángel, al que el nombre le acompaña, (y a la bronca que me echó) al día siguiente pido cita para hacerme una mamografía.
A todo esto estoy viviendo en Francia, muy cerca de Montpellier, un proyecto editorial y una hartura de España hicieron que cogiéramos los bártulos y nos viniéramos a vivir aquí. Después de un año nos desenvolvemos con el francés, pero no lo suficiente como para hablar con los médicos, pero aún así hago mamografía, ecografía y ahora ya llega el primer susto: hay que hacer biopsia.
Nos vamos para España, allí puedo hacerme la biopsia y además me enteraré mejor hablando con  mis paisanos; aprovechamos para ver a la familia y con mis placas de la mamo y la eco pido cita con mi médico de cabecera, un encanto de mujer que desde el primer momento me apoyó e hizo todo lo que estaba en su mano. 
Pero todo lo que estaba en su mano se diluyó en los recortes y la burocracia de la Seguridad Social española. A pesar de llevar las pruebas, la ginecóloga, que por cierto me exploró con unos guantes de gasolinera, se empeñó en repetirlas, yo no tenía ni pizca de ganas de volver a radiarme y después de 21 días de espera para la consulta de patología de la mama decidí volverme a Francia.
¡Y luego dicen que esto hay que cogerlo a tiempo!
Todo esto pasó durante el mes de abril de 2016, el 19 de de mayo ya tenía el resultado de la biopsia: un cáncer de tipo II sin afectación genética, justo detrás del pezón: hay que operar. 
El susto es considerable, pero hay que echarle "güevos" y tirar "pá 'alante".
A partir de aquí empieza una nueva historia, ahora a apañarme con mi mal francés y la confianza de saber que estoy en Europa, pero en la Europa de verdad.

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